jueves, 6 de octubre de 2011

Bailarina

Sonaba la cajita de música mientras la bailarina bailaba sobre la mesa de cristal.
Sus alas, rotas por el frío, se movían al son, intentando hacer que ella volara sobre el frío hielo. Mas su vestido, raído por las ramas secas y muertas dejaba al descubierto su piel blanca.
Sus medias, sus zapatitos, todo había quedado destruído por el frío.
El frío que inundaba su pequeño corazón atrofiada, su pequeño corazón olvidado en lo más alto de una montaña. Allí ella bailaba y bailaba hasta que salía el sol...que nunca salía.

Sobre aquella mesa de cristal se grababan las mismas notas de piano rasgado. Notas que no llegaban a oídos de nadie, que se perdían entre las nubes grises, entre los copos de nieve, entre las lágrimas congeladas.
Sentimientos que caían sobre el suelo, que se los llevaba el viento, atados a un pequeño globo blanco que volaba y volaba y jamás se supo más de aquel globo...

Y aquella bailarina, bailaba su vals, sola, olvidada en algún rincón de alguna montaña perdida entre las nubes y la nieve. Esperaba un rayo de sol, un rayo de luna, algún rayo que pudiese despertar su interior y salir huyendo y luchar.
El piano cesó en su música y ella cesó en su baile. La nieve dejó de caer y se hizo el silencio, al fin.

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Mancha de pintura