Una extraterrestre perdida en un universo nada paralelo, un camino perdido entre tu puente y el mío. Un puente invisible como las teclas del piano olvidado que suena en el piso de arriba cuando intento dormir.
Duermo para soñarte, para soñar tu cuerpo enroscado al mío, a la luz de la tenue luna y al orgasmo silencioso de una noche apasionada.
Acaricio las nubes que velan de que el mar no se salga de su sitio y las moldeo con mi imaginación para formar tu cara, tu cuello, tu pelo y tus manos. Formo figuras oníricas que vienen de una utopía de color morado en la que la mujer es la reina de todo y el hombre queda en lo más bajo de la cadena. Ese mundo que sólo existe en mi cabeza, que día tras día piensa y piensa y no llega a ningún sitio.
Mas suspiro y no te encuentro. Mas respiro y ahí estás amor eterno, apunto de alcanzarte.
Y de repente despierto de una pesadilla provocada por el alcohol y las drogas y sigo sin tenerte, una lágrima o una gota de sudor recorre mi cara. Entierro mi cara en mis manos y entonces se cuela un rayo de sol que ilumina mi pecho, a la altura del corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Mancha de pintura