viernes, 30 de septiembre de 2011

Fuegos Fatuos

Los fuego fatuos volaban sobre la estepa nevada como estrellas fugaces. Viajaban por la solitaria noche buscando un sitio donde morir, un bosque, un alma, un cuerpo.

Pero no encontraban más que soledad. Su corta vida se convertía en arte inmortalizado por una cámara de fotos, sin ellos saberlo permanecerían retratados eternamente y colgado en la pared de algún mueso muy lejos de allí.

Otro fuego fatuo viajó desde una punta del lago a otra, casi caminó sobre el agua y fue a morir a los pies de un árbol recién nacido. Aquel árbol creció grande y fuerte, convirtiéndose mucho más tarde en el árbol más viejo del bosque.


Y lejos, muy lejos de allí, una chica estaba tumbada sobre su cama, pensando en su corazón, pensando en su amor, que llevaba mucho tiempo perdido y que no encontraba. Miraba el techo a oscuras, pensaba en ella...en su pelo, en sus ojos, en su sonrisa, en sus manos. La imaginaba durmiendo junto a ella. Hacía dos meses que no podía dormir si no pensaba en ella. La esperanza se desvanecía por momentos al igual que vaho en invierno. Sus lágrimas atravesaban su cara mientras escuchaba aquella canción...
Un fuego fatuo se coló por la ventana, se acomodó en su pecho y le dio una descarga. La chica se sobresaltó y dejó de llorar...en su pecho una herida, tocó con su mano y le faltaba parte de su corazón. El pequeño fuego fatuo había huído con la mitad de su corazón...
Seguía llorando esperando que la mitad de su corazón decansase con su amada y que aquello la hiciese juntarse con ella, una vez más.

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Mancha de pintura