jueves, 27 de septiembre de 2012

Esa sonrisa.

Esa sonrisa. Esa sonrisa que mueve el mundo sin que ella se de cuenta.
Esa sonrisa. Un atisbo de su interior que surge al exterior sin necesidad de un gran camino.
Esa sonrisa. Que enamora y que enloquece, que ilumina y oscurece, pues, cuando la besas, cierras los ojos para sentirla cerca y olvidar el tiempo.
Esa sonrisa. Capaz de acariciarte el corazón sin abrir el pecho.
Esa sonrisa. Sincera y única, luminosa, cariñosa, inolvidable.
Esa sonrisa. Insistente en que la mires. Deseosa de ser el centro de atención. Esa sonrisa.

Pura luz en la oscuridad que clarea mis sueños más turbios, mis deseos más profundos. Una sonrisa que da luz a las estrellas más lejanas del universo y que permite que la noche no sea tan macabra.
Dientes de perla que guían el camino de los barcos perdidos, una ristra de luces que hacen que valga la pena mirar por la ventana a ninguna parte. Una sonrisa dulce, que amargaría al postre más caro de la pastelería más selecta. Esa sonrisa que me ilumina el alma cuando la veo y oscurece mis ojos cuando se esconde.
Una sonrisa. Una estrella. Una vida entera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mancha de pintura