viernes, 15 de junio de 2012

Diamante

Mi vida se ha sumido en un pantano de incertidumbre y timidez. El miedo y el arrepentimiento goteaban del musgo de un árbol muerto. Mi sonrisa se torcía siempre al volver a casa y siempre era por la misma razón.
Porque mis ojos hacía tiempo que ya no te miraban igual.
Porque mi corazón había dejado de latir de la misma manera y porque mi cuerpo no respondía igual al paso del tiempo.

Sólo si una estrella hubiese caído en ese momento y me hubiese despertado de mi ensoñación, sé que todo esto habría sido distinto. Sé que todo habría cambiado y sería feliz sobre tu cuerpo. No como ahora, que soy infeliz sin tenerlo.
Es cuando abro los ojos que el sol me ciega y la luna me ahuyenta. Es cuando abro los portones de la muralla de mi corazón cuando el miedo se apodera de mi cuerpo, los nervios me irritan la voz y no puedo pronunciar una simple palabra sin pensarla antes veinte millones de veces. Es entonces cuando mi alma sabe que está perdida en aquello que no sabe cómo identificar. Amor, obsesión o capricho.
Y que mi corazón lata de tal manera que se quiera salir del pecho no ayuda para nada.

Pero me acuesto cada noche soñando cómo habría sido todo. Pienso hasta quedarme dormida, sueño despierta o siento en vida. Ya no sé cómo llamarlo.
Mi vida es una encrucijada de zarzas que me araña mis vestiduras y llena de sangre mi piel, que me recuerda que estoy viva, que me pudro con cada latido y que te pierdo a cada suspiro.

Si pudiese dar la vuelta a la tierra, volver al momento, habría escogido el cielo en vez de vagar yo sola por el infierno. Lágrimas secas recorren mis mejillas y mis dedos se mueven como si recorriesen tu piel, pero no estás, no te veo, no te tengo ¿y qué más da? Ya todo da igual, sólo mis palabras son las que se unen al universo para quedar expuestas ante los ojos ciegos de los lectores invisibles.
Pero créeme. Créeme cuando te digo que si pudiese cambiar la historia yo no estaría escribiendo esto, no te estaría escribiendo estas palabras en secreto. Te las estaría diciendo al oído, que son como mejor se escuchan, las escribiría en tu piel con mi dedos con tinta invisible. Las dejaría sobre tu almohada con besos en tu mejilla. Te las relataría en noches de amor y pasión que jamás imaginarías...
Sólo un paso atrás, sólo un paso atrás es lo que acabo de dar y se ha derrumbado todo a mis pies.

Pero no me paro. No me pienso parar, voy a seguir caminando con mis pies descalzos. Tropezaré, caeré, sangraré, pero pienso luchar porque seas feliz, sonrías conmigo o con cualquiera que pueda hacerlo. Y viviré siempre este sentimiento entre los rosales de mi soledad. Viviré lo que llevo dentro y lo esconderé en un diamante en la montaña más alta en donde nunca jamás se pueda romper, pues más valioso que esto no hay nada y tú, mi vida, eres parte de ello.

Quizás me esté sobrepasando y esto sólo sea un bache, pero es lo que ahora mismo recorre mis venas y mi corazón, es lo que siento antes de acostarme en la cama y dejarme en manos de Morfeo el sanador, el hacedor de sueño. Por ello dejo esto a merced de la luna dormida, que, cuando despierte, sabrá apreciar el trozo de corazón que dejé para que llegara hasta ti, pequeña princesa.

Y así, con una medio sonrisa en los labios me marcho a descansar, a soñar, a pensar, una vez más, qué hubiera sido de mí.

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