martes, 1 de noviembre de 2011

Un momento

Tomó su mano. Y dejó que la brisa acariciara las mejillas de su amada, dejó que las lágrimas fuesen secadas con la suave brisa que a las dos despeinaba.

Tomó su cara entre sus manos, se acercaron despacio. La poesía del momento se mezclaba con el almizcle de la colonia, se mezclaba con el olor a lluvia, a tormenta. Sus ojos se clavaban en una mirada de felicidad. Las hojas volaban alrededor suya, como un torbellino acompañado de palabras sueltas de amor que intentaban provocar una sonrisa que quedase grabada en la memoria para cuando, en las noches más oscuras se sintiese perdida, tuviese una estrella con la que guiarse.

Se acercó lentamente a sus labios, pronunció dos palabras que provocaron un llanto certero en el alma de un corazón. Pronunció esas palabras tan cerca de los labios de su amor que éstos se rozaron por un momento y ese momento, pasó a la historia. Se rozaron tan dulce y suavemente que no supieron si eso fue un beso o un suspiro. Se rozaron tan despacio que pararon el tiempo. Las distancias se acercaron, los corazones se unieron y las almas al fin pudieron fundirse en una para el resto de la eternidad.
Pues dos almas unidas en una es como una estrella fundiéndose con la Luna, lo más bello que jamás puedas imaginar.

En un parque, entre árboles caducos, las hojas volaban por el suelo...pero ellas, ya no sabían lo que había a su alrededor, pues el sabor de sus besos, el sonido de los mismos, no dejaban que nada más las interrumpiese pues, jamás hubo en el mundo un beso tan largo, tan dulce y tan especial como ese. Pues jamás hubo en el mundo otro momento como ése...

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Mancha de pintura