viernes, 11 de noviembre de 2011

Fuegos artificiales

Y empezó el espectáculo.

Miles de luces de colores cruzaban el cielo nocturno, dejaban la luz de las estrellas en un segundo plano y volaban cielo arriba para poder alcanzar la luna y jugar bajo su luz plateada.
Las luces rojas iluminaban los ojos de los miraban impávidos el espectáculo y los amarillos cegaban la noche.

El sonido ensordecía los oídos de los que estábamos de pie. Los colores se sucedían unos tras otros, amarillo, rojo, verde, azul, dorado...un dorado tan increíblemente bonito, abundante y sutil que el cielo tuvo varios millones más de estrellas durante un segundo. La explosión del oro en el cielo enriqueció mi sentimiento de pequeñez, el ruido ensordecía mis pensamientos por una vez y me dejaba sentir de verdad el momento un momento en el que no existía nada más que mi corazón, mis labios, mi alma. Un momento en el que sí, tú estabas allí, pero no existías. Compartías mi espacio, mi aire, pero ni tú ni nadie existía en ese momento, sólo yo y un pensamiento, sólo yo y un sentimiento.
Los colores seguían iluminando la noche, los colores seguían cambiando el color de una noche monótona; la última noche. Porque, quizás, después de esta noche, ya no te vuelva a ver nunca más.


El sonido se hacía cada vez más fuerte, los colores eran cada vez más rápidos, el corazón me palpitaba en el pecho y mi alma temblaba de miedo, de emoción. Mis ojos no podían apartar la mirada y se fundían en el ruido y en el color del cielo que, a través del humo seguía estando allí. El olor a pólvora quemada, el olor a frío, a fin de fiestas.

Y de repente, miles de sonidos se hicieron uno y terminaron en una gran palmera y en dos avisos.
Pero ahí no termina el espectáculo nocturno. No, no termina aquí porque, durante veinte minutos la luna llena había estado observándolo todo desde su trono de estrellas y nos deleitó con su propio espectáculo, nos recordó por qué es ella la reina de la noche...
La luna, en su trono de estrellas, sacrificó a una de sus hijas para que yo, perdida en la oscuridad desde hace tiempo, viese por fin un resquicio de luz y así, como si nada, dejo caer una lágrima fugaz, una estrella fugaz pero a la vez lenta, sutil, delicada y elegante. Una estrella fugaz que cruzó el cielo bajo la luna llena y me trajo la esperanza de nuevo a mi alma.

Una estrella fugaz que espero no olvidar porque pude verla desde su nacimiento hasta su muerte en el cielo. Una estrella fugaz que espero que cumpla mi deseo y me devuelva la vida que perdí entre lágrimas.

2 comentarios:

  1. Simplemente perfecto! la descripción de lo que se siente al ver los fuegos artificiales es genial!! creo que nos podemos poner todos en tu situación! al leer tu comentario me dan ganas de ir a unas fiestas y verlos, aunque también siento miedo son muy bonitos para ver! : ) me alegro que tu noche terminase con el segundo espectáculo de la estrella fugaz!...qué suerte! espero que se cumpla tu deseo, yo creo que sí! =) te mando muchos besos y espero que sigas escribiendo comentarios tan bonitos como estos, que hacen sentir muchas cosas! tu admiradora-fan lily! ^_^ muuuuuuuuuuacks! n.n

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